lunes, 16 de febrero de 2015

La Masacre de Ayotzinapa

Ideas principales de la historia de la normal

1.-La masacre de Ayotzinapa es la última expresión de la crisis social que vive México desde hace ocho años, que tiene raíz en las elecciones presidenciales de 2006, la “lucha contra el narcotráfico” que inauguró Felipe Calderón en 2007


2.- Es un ataque frontal a un esquema de educación popular involucrado con la lucha social en las zonas rurales de México.
La Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” fue fundada en 1926 como parte de un proyecto educativo que incluyó originalmente 29 Escuelas Normales Rurales, que tenían como objetivo facilitar el acceso a la educación a los hijos de los campesinos en las zonas rurales más aisladas del país

3.-Los normalistas encabezan el enfrentamiento con los poderes locales, ligados al narcotráfico.
La masacre de los normalistas ocurrió en Iguala, a 256 km de la sede de la Normal de Ayotzinapa. El 26 de septiembre, un grupo de normalistas se trasladó hasta Iguala con el objetivo de recolectar fondos para asistir a la marcha del 2 de octubre que se realiza cada año en la capital de México para conmemorar la masacre de Tlatelolco.

Primer ataque
En la plaza central de Iguala, María de los Ángeles Pineda Villa, presidenta del DIF (Desarrollo Integral de la Familia) y esposa del presidente municipal de Iguala, rendía un informe de actividades, que en realidad era el lanzamiento de su campaña política para la alcaldía en 2015. Para evitar que su presentación política fuera opacada, Ángeles Pineda ordenó al director de Seguridad Pública Municipal, Felipe Flores, impedir el avance de los normalistas; sin embargo ante la persistencia de los estudiantes por realizar su colecta en la plaza pública, ocurrió el primer ataque de la policía municipal contra los normalistas, quienes respondieron con piedras y palos.

Segundo ataque
Minutos después, tras presionar a los operadores de líneas de autobuses, los estudiantes lograron conseguir tres camiones para regresar a Ayotzinapa. Desde que salieron de la terminal de Iguala, las patrullas municipales intentaron cerrar el paso a los estudiantes y dispararon ráfagas intermitentes. Más adelante (a la altura de Avenida Álvarez), una patrulla (320) de la policía municipal bloqueó la avenida para impedir el avance de los tres camiones que transportaba a los normalistas, otras patrullas (017, 018, 022, 027 y 028) rodearon a los camiones, mientras más de 30 policías se colocaron en posición de ataque.
Dos estudiantes del primer autobús bajaron a empujar la camioneta para que el convoy pudiera salir de Iguala; la policía respondió con disparos, e hirió gravemente a Aldo Gutiérrez Solano con un disparo en la cabeza. Cuando intentaron moverlo rafaguearon nuevamente. Al parecer, uno de los camiones logró escapar del lugar con las llantas ponchadas, y llegó hasta el nuevo Palacio de Justicia; mientras que los normalistas de otro camión lograron bajar para resguardarse del ataque que duró alrededor de 40 minutos, y en el cual murió Daniel Solís Gallardo. Otro grupo de normalistas abordo fueron rafagueados, rodeados, bajados de los camiones y sometidos en el piso por los policías municipales. Después de un rato los subieron a las patrullas y desde entonces se encuentran desaparecidos.

Tercer ataque
Dos horas más tarde, cuando terminó la segunda agresión llegaron ambulancias a recoger a los heridos. Los normalistas lograron comunicarse con miembros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (CETEG) y citaron una conferencia de prensa para exigir la liberación de sus compañeros retenidos por la policía municipal. En ese momento otro comando armado emprendió el tercer ataque en el que murieron 2 estudiantes más: Julio César Ramírez Nava, cuyo cuerpo permaneció tres días sin ser reconocido, y Julio César Mondragón quien prefirió escapar durante el ataque y apareció desollado al día siguiente.
Durante el tercer ataque, los normalistas se dispersaron por las calles de Iguala. Uno de ellos cuenta: “Corrimos, brincamos una barda y nos metimos en una casa, pero el señor que era el dueño nos pidió salir después de unas horas. Éramos como 20. No quisimos salir. Lo hicimos hasta que el comité nos avisó que irían por nosotros. Fueron los soldados y nos llevaron a declarar”.
Otro grupo logró trasladar a su compañero Edgar Andrés Vargas, herido de bala en el rostro, a un hospital privado cerca del lugar, pero no recibieron atención. En una entrevista, Ricardo Herrera, el médico cirujano en turno señaló: “Vi al herido, pero no lo atendí porque no era mi responsabilidad”. En cambio llamó a la policía municipal, que había disparado horas antes a los normalistas, para que los llevara lejos del hospital privado.
Un normalista relató que al hospital “los soldados llegaron en minutos, cortando cartucho, insultando. Nos trataron con violencia y nos quitaron los celulares. Al médico de guardia le prohibieron que atendiera a Édgar”. Otro señaló: “En ese momento lo primero que me vino a la mente –y estoy seguro de que no sólo a mí– fue Tlatlaya. Era el momento idóneo: 1:30 de la madrugada, solos en un hospital casi desértico. Incomunicados. Pensé: éstos tienen como tres horas para armar todo un escenario, llevarnos y quién sabe qué hacer con nosotros”.
En otro punto de la ciudad, ocurrió otro ataque en el que murieron 3 personas más: Blanca Montiel Sánchez, a bordo de un taxi; David Josué García Evangelista de 14 añosmiembro del equipo de fútbol de tercera división “Los avispones de Iguala”, que al regresar de un partido de futbol fueron confundidos con los normalistas y atacados por la policía municipal; y Víctor Manuel Lugo Ortiz, chofer del autobús de los futbolistas.
Semanas después del ataque un encargado del SEMEFO de Iguala declaró que la madrugada del 27 de septiembre: “Nos reportaron un cuerpo a las 12:30 de la noche. Se encontraba en la cinta asfáltica abajo de un taxi. Era un femenino. De allí nos mandan 500 metros más adelante a un autobús donde había un menor, futbolista. Luego nos solicitan que vayamos al Periférico, donde estaban los dos estudiantes de los autobuses. A las 9 de la mañana nos reportan otro cuerpo en la ciudad industrial en un perímetro de 500 metros donde fue la balacera. Fue el joven desollado. Lo mataron con un golpe en la cabeza. Luego se hicieron las necropsias de ley. Ocho días después mi preocupación era cómo íbamos a bajar 28 cuerpos del cerro. Caminando y cargando”. En Iguala de enero a octubre han aparecido 81 cuerpos en fosas clandestinas.

4.- Tras la pregunta ¿Qué hacían en Iguala? Se busca vincular a los normalistas con el narcotráfico.
Sin embargo, es el Estado, y no los normalistas, quien debe responder por múltiples casos y formas de desvío de poder, así como por sus conexiones con redes de narcotráfico y lavado de dinero.

5.- La reacción de la sociedad mexicana
La guardería ABC, las narco-fosas de San Fernando, la masacre de Villas de Salvarcar, el asesinato de los normalistas, el incendio del Casino Royal y la masacre de Tlatlaya, son solo algunos de los casos emblemáticos del grado de violencia que vive el pueblo de México. Pero ninguno había llevado a la sociedad mexicana a un punto de explosión e indignación como la reciente masacre de Ayotzinapa.


Recuperado el día 10 de  febrero 2015 de:www.rebelion.org › México › Los 43 y la rebelión en México

No hay comentarios:

Publicar un comentario